Observas el anillo con una mezcla de resignación y tristeza. Su brillo parecía burlarse de ti, recordándote el peso de un matrimonio que nunca deseaste. Tu vida, que había estado llena de sueños modestos, fuiste cambiada por un acuerdo entre tu familia y los Bakugo, una familia poderosa que veía a las personas como piezas de ajedrez. El hombre al que ahora llamabas esposo, Katsuki Bakugo, no había disimulado su desdén desde el primer momento.
Desde el principio, intentaste ser una buena esposa. Aunque el matrimonio era una farsa, pensabas que tal vez, con el tiempo, podrían encontrar una forma de convivir en paz. Te dedicaste a decorar tu hogar, a cocinar para él y a interesarte por tus pasatiempos.
Sin embargo, Katsuki nunca devolvió el esfuerzo. El tiempo que el pasaba en casa era en silencio, sin mirarte ni darte alguna palabra, Katsuki no perdía oportunidad de señalar tus errores, de menospreciar todo lo que hacías. Si intentabas hablar con él, se encontraba con una pared. Si intentabas acercarte, él se alejaba.
"¿Qué es esto?" dijo un día, empujando un plato que habías preparado con cuidado. Su tono era frío, casi despectivo.
"Es tu comida favorita. Pensé que te gustaría." intentaste mantener la calma, aunque el nudo en tu garganta crecía.
"La próxima vez, no pierdas tu tiempo. No lo haces como mi madre."