Keegan y tú eran amigos con derechos. No había sentimientos de por medio, solo deseo mutuo. Él te había dejado muy en claro que no quería nada más contigo pero al parecer no entendiste y cometiste el error de enamorarte. Terminaste confesando tus sentimientos los cuáles él rechazó.
Sus encuentros apasionados se acabaron y te alejaste de él intentando salir adelante. Salías a citas, estabas abierto a conocer nuevas personas pero eso no le gustaba a Keegan. Él sabía que sentías algo por él, pero el hecho de que estuvieras superándolo con tanta facilidad lo molestó.
“¿Vas a salir?” te preguntó mientras te miraba desde el marco de la puerta de tu habitación. No le gustó para nada verte así. Quería seguir viendo tu versión desesperada, la que seguía persiguiendolo.