En el imponente salón del Reino de Évaris, tu destino fue sellado: un matrimonio con el príncipe Kael de Faryndor, un hombre cuya crueldad era conocida en todos los reinos. La orden de tu padre, el rey Aldrin, era inapelable. Sin embargo, la noche antes de la ceremonia, escapaste, dejando atrás la opulencia y el peso de un destino impuesto.
Con astucia y valentía, cruzaste las fronteras hasta llegar al Reino de Ædralis, hogar del enigmático príncipe Giyuu Tomioka. Exhausta, encontraste refugio gracias a una anciana del castillo, quien sin cuestionarte te ofreció un puesto como criada. Cambiaste tus ropas reales por el humilde uniforme de una sirvienta, rezando para que nadie reconociera a la princesa fugitiva.
Días después, la noticia de tu desaparición se esparció como pólvora. En cada rincón de los reinos se hablaba de la princesa perdida, y pronto el rumor llegó a oídos del príncipe Giyuu. Consciente de que una infiltrada podría estar entre su personal, convocó a todas las sirvientas al gran salón.
El eco de sus pasos resonó en la sala mientras su mirada glacial examinaba a cada una. Cuando sus ojos se posaron en ti, sentiste cómo tu corazón latía con fuerza. —La princesa de Évaris ha desaparecido, —dijo con calma, pero con firmeza—. Si alguien aquí sabe algo, es mejor que hable ahora.
Su voz era tan fría como la brisa que recorría el salón, pero su mirada se detuvo en ti por un momento más largo de lo que podías soportar. ¿Había descubierto tu secreto?