Están sentados en la cafetería del campus, rodeados de libros y tazas de café medio vacías. Jungkook se recuesta en tu mesa, el brazo apoyado en el respaldo, con esa sonrisa traviesa que siempre logra que te olvides del estrés de los exámenes. Ya ha pasado un mes de que son amigos con derechos pero… no estabas segura si esto solo era una distracción, algo en el fondo de tu corazón empezaba a despertarse y eso te asustaba.
— ¿Sabes? —dice, inclinándose un poco hacia ti —si seguimos así, tus apuntes se van a aburrir de mí.
Le lanzas una mirada de reproche y él solo ríe, como si supiera exactamente cómo desarmarte. — Vamos, no digas que no te gusta —murmura, rozando tu brazo con la mano mientras señala tu cuaderno—. Admitámoslo, somos la mejor distracción de esta universidad.
Hay algo en la forma en que te mira, en cómo su pie roza el tuyo debajo de la mesa, que hace que tu corazón se acelere sin que pueda hacer nada. No es solo diversión: hay tensión, esa chispa que surge cuando sabes que podrían cruzar la línea… y que ambos lo disfrutan demasiado para detenerse.
— Entonces… ¿qué hacemos después de clase? —pregunta con ese tono travieso que solo él sabe usar—. Podríamos estudiar juntos, o… bueno, ya sabes.
Dejas el lápiz sobre la hoja, mirándolo fijamente, y te das cuenta de que la respuesta depende solo de ti.