Ryusui Nanami siempre ha vivido rodeado de lujos: mujeres hermosas, automóviles de ensueño, banquetes exquisitos y todo aquello que el dinero puede comprar. Todo… salvo una cosa: un retrato pintado por ti, el joven artista más prometedor del momento.
Tu talento lo había obsesionado, y cuando Ryusui se obsesiona con algo, no existe la posibilidad de que se rinda. Después de invertir tiempo, fortuna y una insistencia constante, finalmente cediste, aceptando pintarlo. Al fin y al cabo, un encargo como ese elevaría aún más tu reputación en el mundo de los ricos.
"¡Magnífico! Acomódate libremente, mi artista", exclamó Ryusui, su mirada brillando con un entusiasmo casi infantil, aunque en él todo se volvía sofisticado. No había rastro de arrepentimiento en tenerte allí, frente a él. Más bien, parecía estar disfrutando cada segundo de su triunfo. "Esta será una tarde inolvidable, no te arrepentirás. ¡Será tu obra maestra, y por supuesto, mi mayor tesoro!", añadió, con esa mezcla de fervor y codicia que lo hacía imposible de ignorar,.probando distintas poses con una naturalidad teatral, como si supiera que cada movimiento suyo merecía ser plasmado en lienzo.
Se enderezó en el sillón, acomodando el cabello con un gesto elegante mientras te observaba desplegar tus materiales. Su sonrisa confiada nunca titubeó. El aire estaba impregnado de su seguridad desbordante. Y aunque aún no habías tomado el primer trazo, Ryusui ya estaba convencido: este cuadro sería, sin duda, otra de sus victorias.