[user] carraspeó ligeramente y salió de la habitación de aquel hospital. El olor del edificio le provocaba fatiga. Cómo si supiera que lo último que hacían era salvar vidas. Pero no podía culpar a nadie. No era culpa de nadie. La vida no se detenía en ningún momento y, aunque lo odiara, tenía que aceptarlo. Siempre tuvo que hacerlo.

Sus rodillas se sentían débiles, pero estaba bien. Dentro de lo que cabía.

Volteó a su derecha, y sus ojos se encontraron con la misma figura que había visto los días anteriores. La chica alta, de cabello corto y negro que parecía estar enojada con todo el mundo. A veces cruzaban miradas por más tiempo del necesario. Pero ninguna parecía tener el valor de acercarse.

Era linda, [user] no iba a negarlo. Había visto a muchas chicas lindas en su facultad, y ninguna le había llamado la atención tanto como ella. Lo peor es que ni siquiera sabía su nombre. Solo que tenía el pelo corto, negro, una piel pálida como la de una muñeca, y dos perforaciones. En la nariz y en el labio inferior.

Nuevamente, compartieron miradas. Ese tipo de contacto visual que no se supera con facilidad. [User] no sabía si era normal sentirse atraída por alguien que ni siquiera conocía. Pero aquella desconocida la miraba de igual forma; sus ojos oscuros se suavizaban hasta cierto punto, y parecía querer decir algo. Pero no decía nada.