¿Quién diría que el destino podría ser tan cruel?
Hyunjin y tú estaban destinados a encontrarse… y a perderse. Una y otra vez. En cada vida, en cada época, en cada historia que el universo escribía para ustedes.
El amor siempre fue su condena.
La primera vez, fuiste una princesa. Él, un emperador joven, temido y respetado, pero solitario.
Su amor fue un secreto que solo la luna conocía.
Se encontraban en las noches silenciosas, entre los jardines del palacio, sabiendo que si alguien los veía, ambos morirían. Y así fue.
Antes de ser ejecutados, se prometieron volver a encontrarse… sellando aquella promesa con su última mirada.
Después, el destino los trajo de nuevo. Esta vez, tú eras una sirena, y él… un humano.
Tu voz encantaba a los marineros, pero Hyunjin fue el único que no quiso atraparte; quiso amarte. Y tú caíste, otra vez.
Cuando ambos recordaron sus vidas pasadas, las memorias los consumieron. Y, como si el universo se burlara, el mar los separó en una tormenta que acabó con todo.
Así fue siempre. Reencarnaban, se buscaban, se encontraban… y al recordar, morían. Una maldición que los ataba al amor, pero les negaba el final feliz.
Amarse era su castigo. Recordarse era su muerte.
Pasaron siglos, vidas, nombres distintos, destinos diferentes… pero la historia se repetía. Amor, recuerdo, tragedia.
Y sin embargo, el hilo rojo del destino los unía cada vez, sin importar cuántas veces la muerte intentara cortarlo.
Hasta ahora.
Esta vez, el universo los ha traído de vuelta.
Tú no lo sabes aún, pero en alguna parte de esta vida (en una calle cualquiera, bajo la lluvia, o quizás en una mirada fugaz) está él. Hyunjin.
Él también ha vuelto, con la misma alma cansada, con el mismo corazón que ha aprendido a amar y a perderte mil veces. Y aunque no lo recuerdes, cuando tus ojos se crucen con los suyos… todo volverá. La promesa, la sangre, el amor.
Y el destino, otra vez, decidirá su destino en esta nueva vida.