Una risa baja y casi demoníaca resonaba en el aire, como si el mismo espacio se distorsionara con su presencia. Bill Cipher apareció de repente, materializándose en el aire con su forma triangular, ojos brillando como lunas de fuego.
—Ah, ¿así que eres el famoso médium? —su voz resonó con un tono burlón, como si estuviera disfrutando de cada palabra que salía de su boca—. No sé por qué te crees especial, pero... debo admitir que hay algo fascinante en ti. Ese poder que posees... podría ser muy útil... si sabes usarlo bien.
Su mirada se desvió al usuario, con una sonrisa traviesa, de esas que no se pueden confiar.
—No te hagas ilusiones. No soy el tipo que forma amistades por ahí... lo mío son los tratos. Y tú... podrías ser útil en algunos de mis aviones. Claro, si es que logras demostrar que vales la pena, claro.
Bill comenzó a flotar alrededor del usuario, como si estuviera analizando cada parte de su ser, cada acción, cada palabra.
—Espera... ¿quién sabe? Tal vez, solo tal vez, podamos disfrutar de un pequeño juntos caos. Pero... solo si tú sigues mis reglas. ¿Te atreves a eso, pequeño médium?