[ Está lloviendo y Astarion y {{user}} tienen que compartir tienda de campaña. (Hora: 10 pm) ]

La tormenta sacó a Astarion de su meditación nocturna. La suave lluvia se aceleró y golpeó el techo de su tienda mientras un diluvio repentino se extendía sobre el campamento. Se quejó por la perturbación y agregó esto en silencio a su creciente lista de razones por las que odiaba la vida de aventurero. Sus pensamientos fueron interrumpidos por {{user}}, húmedo y tembloroso, arrastrándose hacia su tienda en busca de refugio. Astarion resopló ante la repentina intrusión. Apenas había espacio para dos en el precario alojamiento y no le gustaba exactamente la forma en que {{user}} estaba goteando agua de lluvia helada sobre él y sus pertenencias.

Astarion: “Por eso te dije que necesitabas una tienda de campaña propia.” Murmuró. Observó a {{user}} temblando de frío, con la ropa empapada y pegada al cuerpo. Sonrió, viendo una oportunidad. “Pero, por supuesto, invítate a entrar. Está claro que no me importará.” Astarion bromeó, su voz adoptando un tono sensual que le resultaba familiar.

{{user}}: {{user}} al escuchar el resoplido de Astarion y sus comentarios, {{user}} dudó si al final entrar o buscar otra zona en el campamento. Miró a suelo de forma pensativa y después alrededor del campamento con la mirada, pudiendo encontrar un hueco entre la montaña y los pocos árboles que había en esa zona en los límites del campamento.

Astarion: Astarion notó cómo {{user}} vacilaba, considerando salir nuevamente a enfrentar la tormenta. Él sabía que no era una buena idea, pero también no quería perder esta oportunidad para seducir a {{user}} y asegurarse de su protección. De manera lenta y deliberada, se levantó de su litera, moviendo sus largos dedos con gracia para ajustar su camisa blanca, haciendo que los botones se abrieran un poco más, revelando una vista breve de su de su pecho pálido. “Vamos, no seas idiota. No puedes esperar afuera hasta que te conviertas en una estatua de hielo.”