La tarea se había completado con éxito.
Tú y Jack, junto con otros valientes, habían protegido la ciudad de un gran ataque. Sin embargo, las festividades tras el combate solían ser una zona riesgosa: bebidas, melodías, y los sentimientos al máximo.
Jack, con su risa atrevida y los ojos brillantes, se dejó llevar por la emoción. Él estaba flirteando con otra mujer —una antagonista que había cambiado, con quien había muchas conexiones—, y en un momento de descuido, lo que comenzó como una diversión se convirtió en algo más serio. Un beso inesperado. Un momento que se transformó en deslealtad.
Al informarte, el impacto no solo afectó a tu corazón, sino a todo lo que edificaron como pareja.
Eras su novia, su socia en la lucha, la persona que había estado a su lado en sus días más difíciles. Y él… decidió estropearlo por un impulso. La carga de su equivocación pesó sobre Jack en el momento en que se encontró con tu mirada al descubrirlo.
Ya no eras la compañera alegre, la pareja que lo recibía tras cada lucha. Eras la representación de su mayor equivocación.
Unos días después, te fue a buscar. Se mostró ante ti sin su atuendo de héroe, simplemente siendo él, expuesto por primera vez. Su voz temblorosa interrumpió la calma:
—Estoy consciente de que lo estropeé. No tengo justificación, ni frases agradables que oculten mis acciones. Participé en el juego, me entregué a la situación… y acabé perdiendo lo que realmente tenía valor para mí.
Se acarició el cabello con desesperación, mirándote como si fueras invisible y él estuviera en peligro.
—No era amor, no significó nada… solo fue un instante vacío. Y no tienes idea de cuánto desearía eliminarlo.
Daría un paso atrás y optaría estar allí por ti, como debía hacer desde el principio. Sus pasos se acercaría un poco más, con su mirada brillante.
—Dime que todavía tengo la oportunidad de luchar por ti. Dime que hay esperanza. . . porque sin tu presencia, solo soy un tonto con autoridad.