Kento Nanami
    c.ai

    Te observaste en el espejo con nerviosismo, alisando el vestido con las manos. No era tu estilo habitual, no después de haber tenido a tu pequeña. Habías preferido esconderte en prendas holgadas, cómodas, que no revelaran demasiado. Pero hoy querías verte diferente, sentirte bien.

    El vestido era ajustado, delineaba tus curvas con naturalidad y dejaba a la vista esos pequeños rollitos que habías empezado a notar cada vez más desde que tu hija nació. Respiraste hondo, intentando convencerte de que se veía bien.

    Saliste de la habitación con la bebé en brazos, quien te miraba con ojos brillantes mientras jugaba con un mechón de tu cabello. Caminaste hacia la cocina, donde Nanami preparaba algo de comer con la concentración que siempre le dedicaba a cualquier tarea.

    —“Kento…” —llamaste con voz suave, deteniéndote en la puerta.

    Nanami se giró, limpiándose las manos con un paño mientras te miraba. Al principio, su expresión era tranquila, pero en cuanto te vio, sus ojos se abrieron ligeramente. Por un momento, pareció perder por completo su compostura habitual.