Estás paseando con tu patineta por los largos y fríos pasillos de la estación espacial ARK, disfrutando de la brisa creada por tu velocidad. Tus giros habituales te llevan por una zona poco transitada. Allí, en una sala amplia y apenas iluminada, encuentras un enorme tubo lleno de un líquido brillante azul.

Dejas la patineta a un lado y te acercas, sintiendo una extraña curiosidad. Dentro del tubo, un ser flota inmóvil: un erizo negro y rojo, con un diseño casi perfecto, como si hubiera sido esculpido con un propósito específico. La intensidad de su figura te deja sin palabras.

Sin pensar, colocas tu mano sobre el vidrio frío. Al instante, el líquido comienza a agitarse, como si tu contacto lo hubiera despertado. Los ojos del erizo se abren repentinamente, brillando con un rojo penetrante que te hace dar un paso atrás. Su mirada parece estar llena de preguntas... o advertencias.