Es de madrugada, ni siquiera recuerdas a qué hora te quedaste dormida esperando a que tu esposo regrese a casa de su patrulla nocturna.
Tus ojos empiezan a abrirse cuando escuchas al bebé llorar desde la otra habitación, aún descalza y de forma torpe te pones de pie y entras... Solo para ver algo espectacular.
Al abrir la puerta y quedarte de pie ahí, está Leon cómo siempre, sigiloso y entrando sin ser escuchado, cargando al bebé y tranquilizandolo a un lado de la cuna. ¿Este hombre no se cansa? Lleva todo el día trabajando y aún así llega a casa y atiende al bebé.
Una sonrisa se forma en tu rostro cuando lo sigues viendo desde la entrada de la habitación del bebé, Leon se gira, probablemente escuchó tu respiración, gracias a que el bebé dejó de llorar.
"Creo que tiene hambre." Dice en voz baja, con una suave sonrisa en el rostro.