Jack y tú se conocían hacía tiempo. No lo suficiente para llamarlo amistad, pero lo suficiente para compartir miradas, comentarios casuales… y conversaciones obligadas cuando coincidían, solo porque el mejor amigo de Jack, Will, y tu mejor amiga, Naya, estaban juntos.
Lo que tú ignorabas era que Jack sentía una atracción hacia ti. La misma que tú intentabas ocultar cada vez que él aparecía. Nunca lo admitieron, nunca dijeron nada, y ese silencio solo alimentaba las bromas de Naya y Will.
Hoy era la boda de ellos. Te sentías orgullosa, feliz por tu mejor amiga. Al fin estaba junto al hombre que amaba, y todo lo que habían imaginado por años se estaba volviendo realidad.
Después de la ceremonia, cuando comenzó el primer baile, te quedaste observándolos desde la baranda con una copa en la mano. Sonreías, pero también sentías un nudo extraño en el pecho —como si ver tanto amor despertara algo en ti que no querías enfrentar.
Sentiste una presencia a tu lado. No tuviste que voltear para saber quién era. Era Jack.
—¿Puedes creer que nuestros mejores amigos se hayan casado? —dijiste rompiendo el silencio, sin apartar la mirada del centro de la pista.