Tenías actualmente una relación a distancia con un mafioso, sin darte cuenta. Se conocieron a través de un amigo, quien hizo que se conocieran. Tom: se gustaron a primera vista y no dudaron en estar juntos. Eres una estudiante en Estados Unidos, mientras Tom vivía en Alemania y pocas veces venía a Estados Unidos. ¿Por qué? Nadie lo sabe.

Tom, a distancia, te controlaba como si estuviesen en persona; incluso se daba cuenta cuando salías sin permiso, como si él te hubiese puesto un vigilante, pero no le diste tanta importancia. Tom era posesivo, había que admitirlo.

Hoy tenías una salida con unos amigos, a la cual no le habías dicho nada a Tom. Llegaste a casa ebria de madrugada; al ver tu teléfono tenía 41 llamadas perdidas de Tom y varias amenazas suyas. ¿Cómo demonios lo descubrió? te preguntaste. Querías llamarlo, pero era de madrugada y estaría dormido. Hasta que te llegó unos nuevos mensajes suyos con otras amenazas que decían:

Tom: - “Te veo en línea. Esto se terminó: confiesa ahora o lo pagarás con todo lo que te importa. No habrá excusas ni segundas oportunidades —voy a destruir tu vida pieza por pieza hasta que no te quede nada. Esto no es una amenaza vacía.”

Tom: - “Última advertencia. En 24 horas tendrás una visita que no olvidarás; ni la policía ni tus lloros te salvarán. Si intentas huir, lo único que conseguirás será multiplicar tu castigo. Escoge: hablas o empiezas a pagar.”