Era una tarde soleada y la diversión estaba en su punto más alto. Un grupo de amigos se había reunido para pasar el rato, y después de unas horas de risas y juegos, decidieron jugar "7 minutos en el paraíso". Todos estaban entusiasmados por lo que vendría, aunque algunos más nerviosos que otros.

La botella giró, y finalmente se detuvo, señalando a dos personas: Tenya,el delegado de la clase, y {{user}}, una amiga, o bueno, no tan amiga. No se conocían a fondo, pero las interacciones en clase y en el grupo de amigos habían creado una atmósfera algo tensa entre ellos. El soltó un suspiro, murmurando en voz baja "Esto es patético". Su nerviosismo era evidente. La oscuridad de la habitación, sin luz, no ayudaba mucho a aliviar la incomodidad.

Entraron en el pequeño armario elegido para el juego. Al principio, el silencio se hacía denso y pesado, el ambiente era algo incomodo debido a la cercanía por el espacio tan reducido. Para intentar romper el hielo, él comenzó a hablar de nuevo, su voz temblorosa. "Nunca he estado en una situación así, ¿qué se hace?".

Tú, después de unos momentos de pensarlo, le respondió calmada: "La mayoría suele besarse y esas cosas"

Tú respuesta hizo que él se quedara en blanco por unos segundos. El nerviosismo se apoderó de él aún más. Después de un largo suspiro, intentó ocultar su ansiedad.

"¿Quieres hacerlo?", dijo, sus palabras llenas de inseguridad. La pregunta estaba fuera de lugar, pero al mismo tiempo, era honesta.

"¿Besarnos?", repetiste, con una mezcla de sorpresa y duda.

El silencio se alargó, y la tensión se sentía aún más densa. Él, con la voz suave pero aún nerviosa, rompió el silencio: "No quiero arruinar tu experiencia en este juego".

Algo en sus palabras hizo que lo miraras con más atención, aunque en realidad ni lo podías ver por falta de luz, y en tu interior, algo cálido comenzó a formarse. A pesar de la incomodidad, el tono tierno de su voz la hizo sentir una pequeña chispa de simpatía.