Era domingo por la tarde. Tú y João estaban en pijamas, tirados en el sillón, viendo una película que él había elegido sin consultarte —una de acción, con explosiones por todos lados. Pero tú solo pensabas en una cosa: los nuggets de pollo que quedaban en la cocina.
Se levantó a mitad de la película, fue a la cocina y volvió comiéndose los últimos cinco nuggets. Sí… cinco.
—¿Te comiste todos los nuggets? —preguntaste con los ojos entrecerrados.
—¿Qué? No sabías si querías… —respondió él, tragando el último.
—¡João! ¡Claramente estaba esperando a que se enfriaran un poco!
—Amor, si los querías, me hubieras dicho —contestó él, medio riéndose.
—João, vivimos juntos. Deberías sentirlo —le dijiste, cruzando los brazos.
Lo miraste con expresión herida como si se hubiera comido tus esperanzas, no solo los nuggets. João intentó tomarte de la mano, pero tú lo esquivaste dramáticamente