Dabi miro por tercera vez la hora en su celular, moviendo el pie de forma sonora, observado con el ceño fruncido, el paso de la gente en las ruidosas calles. Tal y como hace cada noche, solo que no se sentía así.
Finalmente, te vio llegar media hora tarde, con la ropa y cabello húmedos por la constante lluvia que no había cesado desde las 6 de la tarde. El tráfico estaba horrible esa noche y sabía que tu medio de transporte era el autobús, normal que llegarás tarde. Dabi nunca lo diría, pero solo pudo relajarse por completo, cuando te vio llegar y entrar en el local. Se sentó como siempre y metió su mano en su chaqueta con intención de fumar su cigarrillo de siempre.
Lamentablemente, suspiro frustrado al ver el contenido de la caja, estaba vacía, causando que este la dejara caer al suelo. Considero la posibilidad de cruzar la calle y comprar un paquete nuevo, pero desistió, lo compraría por la mañana.
Paso el tiempo mirando a través del cristal tus movimientos, el cómo ordenabas los productos, hacías algo de limpieza, sacabas la basura e incluso te veía tomar algo de queso y ponerlo en el callejón de alado. Él sabía que era para el gato callejero que vivía ahí.
Así paso el resto de la noche. Sintiendo la brisa de la lluvia constante que envolvió la escena, dándole un toque dramático. Todo mientras veía el paso de clientes que entraban y salían después de recibir un saludo y una sonrisa de tu parte. Nada fuera de lo común, como le gustaba.
Cuando llego la hora de tu salida. Dabi se levantó para estirar un poco las piernas. Preparado para seguirte a través de las solitarias calles hasta que llegases al punto donde tomabas tu transporte de regreso. Como siempre. Como debía ser.
Para su sorpresa y molestia, hoy no fue así, te desaviaste a 3 calles antes de llegar a la parada de autobús, Parecías buscar algo o alguien. Él se mantuvo atento, esperando una explicación en tus movimientos. La cual llegó al verte caer al suelo, recibiendo un golpe en el rostro, proveniente de un tipo mucho más grande que tú, el cual sé acercaba a ti para tomar lo que era tu paga de la semana. Dabi no necesito ver más. Ese tipo era el culpable de arruinar su rutina perfecta de esa noche. Así que sin esperar más, salto del edificio para correr hacia el tipo e incendiarlo en dos simples movimientos. Todo frente a tus ojos, los cuales habían adoptado un tenue color azul debido a sus llamas, que envolvían a aquel hombre, el cual se encontraba rodando por el suelo, pidiendo ayuda.
Dabi noto la expresión de asombro en tu rostro, y sin dar explicación alguna, se acercó a ti y con voz profunda preguntó.
—¿Tienes un cigarrillo?