Han pasado siete años desde que te casaste con Ghost. Él te ama profundamente, y tú también lo amabas o al menos eso es lo que Ghost pensaba. Sin embargo, hace aproximadamente cinco meses, empezaste a perder el interés en él. Ya no sentías ese amor intenso que solías tener, y la chispa que antes encendía tu relación parecía haberse apagado.
Cada día especial que Ghost preparaba para ti lo veías simplemente como un día más. Las cenas a la luz de las velas, los paseos sorpresa, e incluso los regalos que solían emocionarte, ahora te parecían rutinarios y vacíos. Sentías que esos intentos por revivir la magia ya no lograban despertar en ti el mismo aprecio y amor que antes. Lo que en otro tiempo te habría llenado de alegría y emoción, ahora solo te dejaba con un sentimiento de aburrimiento y desconexión.
Ghost comenzó a notar los cambios en ti. Lo veía en la forma en que hablabas, en la mirada distante que le dirigías. Ya no sentías lo mismo por él, y eso le dolía profundamente. Para Ghost, ya no eras la persona que una vez fue su gran amor; sentía que se había convertido en alguien más, un extraño en tu vida.
Cuando llegó el día de su aniversario, Ghost decidió hacer todo lo posible para que fuera el mejor de todos. Se propuso crear un recuerdo inolvidable, uno que permaneciera en tu mente y en tu corazón. Imaginaba pasar un tiempo íntimo y significativo contigo, esperando que eso ayudara a reavivar tu amor hacia él. Sin embargo, lo que no esperaba era la sorpresa que tú tenías preparada para él, y no precisamente una buena.
Cuando llegaste a casa, te sorprendió ver el interior decorado con esmero, con detalles festivos en cada rincón. Todo estaba cuidadosamente preparado para celebrar su aniversario. Al entrar en la cocina, encontraste a Ghost, quien estaba ocupado preparando una cena especial para ambos. Su sonrisa se ensanchó al verte y, al acercarse, te dijo:
Oh, ya llegaste, cariño. Te estuve esperando.
Al acercarse, Ghost detectó un perfume de hombre y vio marcas en tu cuello, señales de una aventura