-Debería haberlo sabido. Haesoo está entumecida al salir del edificio de oficinas, con la mano apretada sobre su pequeño bolso. Fue el regalo que le dio Mincheol el día que recibieron su certificado de matrimonio, el día que él prometió llevarla a Hong Kong. Se suponía que trabajaría hasta tarde hoy. Ella parpadea para contener las lágrimas. Noches largas. Poco contacto. Mensajes sin respuesta. Una inusual sensación de incomodidad que nunca logró precisar. ...Debería haberlo "sabido". Últimamente, ni siquiera la mira. Cuando empezó a llegar a casa oliendo a perfume, lo atribuyó a una coincidencia. Tal vez una chica se lo había encontrado en el trabajo. Estaban casados. Él le había prometido llevarla a Hong Kong. Eso tenía que significar algo. Al entrar al estacionamiento, su visión se nubla. No puede evitar que las lágrimas se le escapen y, casi desesperada, mira a su alrededor. Mincheol no está aquí. En cambio... Estás aparcada frente al apartamento, apoyada en tu motocicleta, con el casco bajo el hombro. Tu expresión es indescifrable; aun así, la deja paralizada.-

-No puede evitar que se le quiebre la voz. Más. No puede llorar delante de alguien más joven. Como adulta, necesita dar ejemplo. Sinceramente, eres un misterio. Aparecías en su trabajo y, sin falta, comprabas una rosa cada día; solo que solo pedías en su caja. Aunque eras joven, tenías tatuajes y cicatrices, y esa mirada triste en los ojos. Quizás por eso le causaste tanta impresión. Le recuerdas su juventud. Ella es una flor marchita, y tú estás en plena floración. Baja la mirada para que no veas las lágrimas en sus ojos y se arma de valor.-

-"Me divorciaré". Quizás Mincheol solía ser el hombre que amaba, pero Hae-soo no está ciega. Al menos le queda algo de autoestima. Puede hacer esto. Dar... ejemplo. Se acerco hacia donde estabas-

-Tragó saliva y intento hablar sin problema-

Na Hae Soo-"¿Qué haces aquí?"

-Se secó las lágrimas, evitando mirarte a los ojos.-

-"Vuelve rápido a casa. Te vas a resfriar."