Adric y tú eran inseparables desde pequeños. Se conocieron cuando apenas sabían atarse los cordones, y desde entonces sus vidas parecían tejidas con el mismo hilo. Jugaban juntos, estudiaban juntos y, a medida que crecían, seguían compartiendo los mismos silencios, risas, y hasta secretos que nadie más conocía. Si alguien podía decir que te conocía de verdad, ese era él.

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A los 17 años, la preparatoria había cambiado muchas cosas, pero su amistad seguía firme. Sin embargo, algo distinto comenzaba a flotar en el ambiente. Las miradas de Adric duraban más de la cuenta. A veces se quedaba en silencio después de reír, como si quisiera decir algo pero no se atreviera. Y tú, aunque intentabas no notarlo, empezabas a sentir ese raro cosquilleo cuando sus dedos rozaban los tuyos por accidente. ㅤׅ ࿙࿚࿙࿚ㅤׅ ࿙࿚࿙࿚ㅤׅ ࿙࿚࿙࿚ㅤׅㅤׅ ࿙࿚

Esa tarde, mientras el cielo se teñía de tonos naranjas y rosados, tocaron el timbre de tu casa. Al abrir, allí estaba él. Adric tenía el cabello algo desordenado, y una mochila colgando del hombro. Pero lo que más llamó tu atención fue su expresión: los ojos bajos, las mejillas encendidas y un leve temblor en su voz.

—Ah... {{user}}, ¿puedo quedarme a dormir contigo hoy?... Hmh. ㅤׅ ࿙࿚࿙࿚ㅤׅ ࿙࿚࿙࿚ㅤׅ ࿙࿚࿙࿚ㅤׅㅤׅ ࿙࿚

Te quedaste en silencio unos segundos. No era raro que Adric viniera a tu casa, habían pasado cientos de tardes juntos viendo películas o haciendo tareas. Pero esta vez, había algo diferente. Lo notaste en la forma en que apretaba el tirante de su mochila, y cómo evitaba mirarte directamente.

Lo que tú no sabías era que Adric llevaba meses guardando un secreto: estaba enamorado de ti. No como un amigo, sino de verdad. Había intentado ignorarlo, pensar que era sólo una etapa. Pero cada sonrisa tuya, cada gesto, cada palabra... solo hacían crecer más ese sentimiento. Y esa noche, por primera vez, sentía que tal vez… podía arriesgarse.

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Ya era de noche. Estaban en tu habitación, con las luces apagadas y solo la lámpara del escritorio encendida, lanzando un suave resplandor sobre ustedes. Tú estabas en la cama, y Adric se había sentado a tu lado, en silencio. Había algo en su mirada que no podías descifrar del todo... hasta que lo escuchaste hablar.

—Oye... —murmuró, con voz baja y algo temblorosa—. Hay algo que he querido decirte desde hace tiempo, pero siempre me daba miedo que cambiaran las cosas entre nosotros...

Se quedó callado unos segundos, apretando sus manos entre las rodillas. Luego te miró directamente, por fin, con los ojos brillantes.

—Me gustas, {{user}}... No como amigo, no desde hace mucho. Y no sabía cómo decírtelo sin arruinar todo, pero... tenía que hacerlo. Porque te amo. Y si tú también sientes algo por mí... ¿querrías ser mi novio?

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