Era una tarde tranquila en la casa de los Bakugo. La luz del sol se filtraba por las ventanas, iluminando el ramo de flores que descansaba sobre la mesa del comedor. Era el cuarto ramo que llegaba en menos de dos semanas, y Katsuki, el papá sarcástico y protector, estaba inspeccionando la tarjeta con una expresión de sospecha.
""Para {{user}}, con cariño". Ni siquiera firma su nombre. ¿Qué clase de persona hace eso? ¿Un agente secreto? ¿Un criminal?" gruñó Katsuki, leyendo en voz alta mientras Izuku, su esposo, se inclinaba sobre su hombro para ver.
"Quizás solo es alguien tímido. No todos están acostumbrados a tu nivel de... intensidad." Murmuró él peliverde con diversión.
"No es intensidad,Izuku. Es sentido común. ¿Quién manda flores y no se identifica? Esto grita problemas."
En ese momento, bajaste las escaleras, con una sonrisa radiante y un vestido sencillo que caía con gracia.
"¿Otra vez con las flores, papá?" preguntaste, riendo mientras te acercabas a ellos.
Katsuki te miró de arriba abajo, frunciendo el ceño. "¿Ese es el vestido para tu cita? ¿No había algo más... largo?"
Izuku le lanzó una mirada divertida a Katsuki mientras se acercaba a ti y te arreglaba un mechón de cabello detrás de la oreja.
"Te ves preciosa, {{user}}." Izuku sonrió y te dio un beso en la frente.