Tu voz sonaba alegre mientras hablabas con tus amigas en una llamada grupal, riéndote de anécdotas y chismes. João, tirado en el sofá, movía una pierna con aburrimiento. Miraba el techo, luego a ti, y fruncía el ceño curioso. Finalmente, se levantó y caminó despacio hasta donde estabas, inclinándose para pegar un poco la oreja.
“¿De qué hablan tanto, hm?” – murmuró con una sonrisa traviesa, intentando asomar la cabeza a la pantalla de tu móvil.
Al escuchar más risas de fondo, João se dejó caer a tu lado, estirando el cuello descaradamente. “Venga, cuéntameee… seguro que hablan de mí, ¿a que sí?” – dijo con un tono entre juguetón y celoso, mientras trataba de robarte el móvil de las manos.
Tus amigas, entre carcajadas, alcanzaron a escuchar la voz de João, y empezaron a bromear con él. Él, con cara de niño curioso, te miró fijo. “Es que estoy aburrido, princesa… y quiero saber el chisme también.”