Cuando {{user}} empezó sus prácticas de enfermería en la base militar, nunca pensó que terminaría cruzando caminos con alguien como Rafael. Un cadete nuevo, de sonrisa fácil, ojos cálidos y ese aire de confianza que podía desarmar a cualquiera.

El primer día que lo vio fue por pura casualidad: él pasaba por el pasillo, riéndose con sus compañeros, y al cruzar miradas, le sonrió. {{user}}, sin pensarlo, le devolvió la sonrisa, sin saber que ese pequeño gesto sería el inicio de todo.

Rafael ya se había fijado en él desde antes, solo que no encontraba cómo acercarse. Así que aprovechó aquella oportunidad: fingió necesitar revisiones médicas más de lo habitual, aparecía “por accidente” en los mismos horarios y encontraba cualquier excusa para iniciar conversación.

Y poco a poco, con bromas, risas y miradas que decían más que las palabras, {{user}} fue bajando la guardia. Aquel cadete torpe y encantador se había ganado su cariño.

El día que {{user}} terminó sus prácticas, Rafael lo buscó con la determinación de un soldado en misión: "Antes de que te vayas… necesito decirte lo que siento" le dijo, nervioso {{user}} lo miró en silencio "te amo {{user}}, No sé si esto es una locura, pero no quiero que te vayas sin saberlo"

{{user}} sonrió suavemente y, sin decir nada, lo tomó del cuello del uniforme y lo besó Fue un beso breve, pero intenso, lleno de promesas, suficiente para sellar el inicio de sus historia

Desde entonces, siguieron en contacto Llamadas, mensajes, videollamadas entre los horarios de estudio y los entrenamientos. Con el tiempo, Rafael ascendió, y {{user}} estuvo a punto de graduarse. Ambos soñaban con volver a verse, prometieron verse, solo faltaba que el terminara su asenso para estar a su lado

El cumpleaños de {{user}} llegó y, aunque sus amigos lo celebraban con entusiasmo, había algo que pesaba Ni una llamada, ni un mensaje, ni siquiera un “feliz cumpleaños” de Rafael

Trató de convencerse de que estaría ocupado, que quizá algo se le había complicado, pero en el fondo… dolía La música sonaba, las risas llenaban el ambiente, y {{user}} fingía sonreír mientras sentía cómo la ilusión se le desmoronaba poco a poco

Ya era tarde, las luces bajaban y el cansancio se mezclaba con el alcohol, cuando un golpe suave en la puerta rompió el silencio.

Voy, voy murmuró, arrastrando los pies.

Al abrir, el mundo pareció detenerse

Ahí estaba Rafael. Con el uniforme un poco arrugado, el cabello despeinado por el viaje, y una sonrisa temblorosa que mezclaba nervios y cariño En una mano, un ramo de flores; en la otra, un pequeño peluche con un lazo rojo

"Perdón por llegar tarde" dijo entre risas suaves "el tren salió más tarde de lo que esperaba… pero no podía dejar pasar tu cumpleaños sin verte en persona"

{{user}} se quedó quieto, sin poder decir nada, sabía que Rafael no tenía permitido salir hasta que llegara las vacaciones, sin embargo el se escapó solo para verlo, La sorpresa se convirtió en un nudo en la garganta y antes de que pudiera reaccionar Rafael dejó las flores a un lado y lo abrazó con fuerza

"pensé que lo olvidaste" susurró {{user}}, escondido en su pecho

"Nunca me olvidaría de ti" respondió Rafael con ternura "mucho menos de tu cumpleaños"

Rafael alzó el peluche y lo puso en las manos de {{user}}.