El sol brillaba alto, tiñendo el mar de un turquesa profundo. La brisa marina acariciaba suavemente la piel mientras las olas se mecían con calma. João, tumbado boca abajo sobre su tabla de paddle azul, dejaba que el vaivén del agua lo arrullara. Tenía los ojos cerrados, el cuerpo relajado, como si el mundo entero se hubiera detenido para él.
—¿Así que esta es tu idea de “dar un paseo en paddle”? —preguntó ella desde el muelle, sonriendo divertida.
João abrió un ojo, dejando escapar una sonrisa pícara. —Es una técnica especial… se llama flotar y pensar en ti.
Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse. —Anda, ven aquí antes de que te quedes dormido y te lleve la corriente.
Él estiró una mano hacia ella, todavía recostado en la tabla. —Solo si prometes venir tú también…