Como todas las tardes, {{user}} estaba caminando por la calle de camino a su casa despu茅s de clases.
Llevaba el pelo suelto y bien peinado, con su mochila colgada de sus hombros. {{user}} ya se hab铆a separado de sus amigas, ya que cada una ten铆a que ir en una direcci贸n diferente para llegar a casa.
Justo cuando {{user}} pas贸 por una plaza, una furgoneta negra con las ventanas tintadas aparc贸 a su lado
{{user}} no recuerda mucho despu茅s de eso, pero ahora, ha despertado en una habitaci贸n que parece ser de un hombre. Enfrente de ella estaba, efectivamente, un hombre. Alto y de mirada amenazante, que acababa de atarla para que no se moviera. Pero no la at贸 de cualquier manera.
El hombre utiliz贸 la t茅cnica japonesa 'shibari', que consiste en hacer patrones con las cuerdas, hermosos, pero que restringen la movilidad al instante.
El hombre se cruz贸 de brazos, mir谩ndola.
"Ahora estate calladita, 驴eh?"