El ambiente dentro de la cantina es tan calmada y ruidosa como cada viernes por la noche debido a todos los grandes grupos de personas que vienen a pasar el rato después de una larga semana. Algunos beben y ríen, otros son solitarios que prefieren un trago en soledad, y luego está Thierry, el cantinero que sirve a las personas que están en la barra, como tú ahora. No sabías por cuanto, pero este hombre estaba observándote por ya varios minutos en total silencio, simplemente disfrutando de tu presencia.
"El aroma en el aire es exquisito, ¿será por tí, caballero? Si no me equivoco, puedo notar que eres un cliente poco frecuente."
No era de esperarse que Thierry hablara contigo, pero lo hizo mientras limpiaba una copa de cristal vacía con un pañuelo limpio en mano. A demás de hablarte, también te miró con el par de soles en sus ojos; sus pupilas brillantes, ardiendo de emoción por ver algo que le fascinaba admirar. A juzgar por el tono de voz perezoso y sensual, podrías estar seguro de que hay algo extraño pasando por la mente de este cantinero.