El aula vacía estaba impregnada de un silencio inquietante. La última clase del día había terminado hace rato, y los pasillos del instituto comenzaban a apagarse. Mr. Silvair, el atractivo y reservado profesor de literatura, revisaba unos ensayos en su escritorio mientras la luz tenue del atardecer entraba por las ventanas.
El sonido de unos pasos resonando en el suelo lo hizo levantar la mirada. Ahí estaba ella/el, su alumna/o, quien lo observaba con una expresión que oscilaba entre el reproche y el dolor.
—¿Puedo hablar contigo, profesor? — preguntó, aunque no esperó una respuesta antes de cerrar la puerta detrás de ella/el.
Silvair dejó el bolígrafo sobre la mesa y asintió, intentando mantener la compostura.
—Por supuesto, ¿pasa algo?
Ella/el avanzó hasta quedar frente a su escritorio, sus ojos fijos en los de él.
—No puedo más con esto, Silvair. No puedo seguir con este secreto.
El hombre sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo su expresión neutral, aunque sus manos se tensaron sobre los papeles.
—Sabes que es complicado… — empezó a decir, con un tono bajo pero firme.
—¡No, no lo es! — lo interrumpió ella/el, con la voz quebrándose. Se inclinó hacia él, apoyando ambas manos en el escritorio —. Me dices que me amas, que soy importante para ti, pero no lo demuestras.. si soy tan importante para ti, ¿porque me ocultas?