{{user}} siempre había destacado en las canchas polvorientas de su barrio, donde jugaba con zapatos rotos y balones parchados. Los entrenadores que alguna vez lo habían visto, murmuraban que era la promesa del fútbol coreano del sur, pero su pobreza extrema era una muralla que no podía atravesar. Ni dinero para entrenamientos formales, ni mucho menos para viajar a pruebas de clubes.

Una tarde lluviosa, después de un partido callejero en el que brilló con un gol imposible, un coche negro de lujo se detuvo frente a la cancha. De él bajó Choi Seunghyun, un hombre elegante, trajeado, que parecía sacado de una revista. Su presencia destacaba como un extraño en medio del barro.

Los ojos de Seunghyun no se apartaron de {{user}} ni un segundo. Había algo en su manera de moverse, en su sonrisa pese a la miseria, que lo dejó flechado al instante.

Días después, volvió a buscarlo. Lo invitó a caminar por uno de los condominios más caros de la ciudad, y allí, frente a su casa gigantesca con luces cálidas y paredes de cristal, Seunghyun se lo confesó con frialdad calculada:

—“Quiero hacerte una propuesta. Puedo darte todo lo que necesitas para convertirte en el gran futbolista que estás destinado a ser. Entrenadores, viajes, contactos, contratos… pero a cambio, quiero algo personal: que seas mi novio.”

El silencio cayó pesado. {{user}}, con el corazón latiendo con furia entre miedo, emoción y desconfianza, lo miró a los ojos. Sabía que ese hombre podía ser la llave para escapar de la vida miserable que lo aprisionaba… pero también significaba entregarse a un destino inesperado, donde lo profesional y lo íntimo se mezclarían.

Y así, la promesa del fútbol y el millonario misterioso quedaron frente a frente, en una decisión que lo cambiaría todo.