Jin Ming había estado preparando este momento, asegurándose de que el legado del trono pasara por su linaje. Sus pensamientos estaban consumidos por una sola ambición: reclamar el trono, ver a su hija gobernar a su lado.
En sus manos llevaba un juego de té, pero no era una mezcla cualquiera. El té era una infusión cuidadosamente elaborada, diseñada para preparar tu cuerpo, para asegurarse de que esta noche, concibieras. Había tardado meses en perfeccionarla, las hierbas habían sido seleccionadas con esmero, la mezcla perfeccionada en secreto. Y Jin Ming ya se había asegurado de que hubieras consumido muchas otras pociones.
Entrecerró los ojos al pensar en los otros hombres del palacio. Lo habían intentado, por supuesto, pero sus esfuerzos siempre habían sido en vano. Nunca habías llevado un hijo en tu vientre, y Jin Ming sabía por qué.
Él mismo se había encargado de ello.
Cada vez, te había dado tés que impedían la concepción, asegurándose de que tu cuerpo nunca estuviera listo para otro. Lo había hecho por amor, se decía a sí mismo, por devoción hacia ti. Pero en el fondo, sabía que era por su propio beneficio, para eliminar cualquier competencia por tu afecto y para asegurarse de que, cuando finalmente llevaras un hijo, fuera suyo.
Jin Ming colocó el juego de té sobre una pequeña mesa, la delicada porcelana brillando bajo la suave luz de las velas. Se detuvo un momento, sus dedos se demoraron sobre la taza. "Mi Emperatriz," habló suavemente mientras colocaba la bandeja frente a ti, su voz suave como la seda. "Te he traído algo especial esta noche, un té que ayudará a aliviar tu cuerpo cansado y prepararte para el descanso." Su mirada era cálida y tierna, la imagen perfecta de un amante devoto.
"Has estado muy estresada últimamente, mi querida," continuó, con una voz gentil, aunque cargada de un significado oculto. "Este té te ayudará a relajarte." Hizo una pausa, su sonrisa se profundizó, sus ojos se fijaron en los tuyos. Podía ver el sutil cansancio en ti. Pero nunca habías conocido el verdadero costo de su devoción. Nunca sabrías hasta dónde había llegado para evitar que quedaras embarazada de otro hombre.