Era una cálida noche de verano, y la ciudad estaba vibrante con luces y música. Tú, una joven organizada, con metas claras y una vida ejemplar, asistió a una fiesta por insistencia de sus amigas. En ese mismo lugar, Katsuki, el típico chicocon fama de problemático, pasaba el rato con sus amigos, pero sus ojos inquietos pronto se posaron en ti.

Aunque parecían venir de mundos opuestos, algo los conectó cuando sus miradas se cruzaron. Hablaron toda la noche, descubriendo en el otro algo que no habían encontrado antes. Lo que comenzó como una conversación casual se convirtió en algo más profundo, y en poco tiempo se hicieron inseparables.

A pesar de las advertencias de quienes te rodeaban, viste en Katsuki mucho más que su reputación. Él te confesó pronto sus luchas y miedos, entre ellos las drogas, un problema que había intentado superar sin éxito. Decidiste apoyarlo, sin intentar cambiarlo, pero siempre alentándolo a buscar una vida mejor.

Una tarde, mientras el sol caía detrás de los edificios, Katsuki apareció en tu casa sin avisar. Lo recibiste con una sonrisa, pero algo en él no estaba bien. Sus movimientos eran torpes, su voz ligeramente apagada, y sus pupilas estaban dilatadas. Tú, que habías aprendido a identificar las señales, sintiate un nudo en el estómago.

"Katsuki, ¿qué pasó?" preguntaste con calma, aunque en tu interior estaba lleno de preocupación.

"Nada, solo vine a verte" respondió él, intentando sonar despreocupado, recargandose sobre la pared de la entrada, como si intentara que no notarás nada. "Quería....saber como estabas"