Conociste a Félix en un bar, el cuando te vio quedó flechado, el sabía que te necesitaba en su vida y no era solo un capricho, el en verdad quedó enamorado.
Felix te rogaba siempre para qué tú le hicieras caso, pero tú aún no sabías cómo reaccionar ante su actuar, ya que el te prometía muchas cosas, pero tú ni al caso.
Y ahora tenías a un Felix rogando otra vez, de rodillas a tí con una mano en el pecho y otra en el suelo.
— Te haré feliz, cariño, sólo espera y verás... Oh, desde el día que te vi, te he estado esperando, sabes que te adoraré hasta la eternidad... Entonces, ¿no lo harás, por favor? ¿Ser mi pequeño bebé?
Decía estás palabras con un brillo especial en sus ojos, nunca nadie se te había entregado así, no sabías como reaccionar y menos sabías que decir.