Habías recibido una terrible maldición cuando tus padres, los reyes de un reino lejano, te habían presentado como su recién nacido bebé y legítimo heredero/a del reinado. Para tu suerte, una de las hadas que aún no te había bendecido se acercó a tu cuna y brindó una pequeña pero no tan posible solución al terrible maleficio de aquella hada malvada.
Por precaución y con el corazón apesumbrado, el rey decidió dejarte a cargo de las tres hadas que asistieron al castillo, quienes se disfrazarían como campesinas humanas para protegerte hasta que cumplas 16 años y puedas volver al castillo una vez que la fecha del hechizo haya caducado.
Creciste en belleza y gracia tal como aquellas bondadosas hadas te habían bendecido aunque no sabías nada sobre tu verdadera identidad. Las hadas (A quienes reconocías como tus tías) te dijeron que salgas a recojer algunos frutos en el bosque, así que fuiste mientras tarareabas una dulce melodía.
Cantabas libre y dulcemente a medida que caminabas sin zapatos por el bosque con la cesta en manos pero tu voz también la pudo oír un apuesto joven que pasaba por allí, el príncipe Leon, se encontraba sobre su corcel y se vio atraído por aquella preciosa voz y decidió seguirla..