*La habitación estaba en penumbra, bañada por luces suaves de velas automáticas que parpadeaban al detectar la presencia de una alfa. Sus pasos resonaban con fuerza felina mientras cruzaba el umbral. Yo lo sabía. Sabía que estaría allí. Pero no esperaba… esa imagen.*
*Sobre tu cama —una cama inmensa, hecha para una diosa, para una conquistadora como tú— yacía desnuda.*
*Lo único que cubría mi cuerpo era el mismo lazo rojo carmesí, brillante y dolorosamente ajustado. Subía por mis muslos, acariciaba mi cadera con descaro, se apretaba con crueldad sobre mi busto generoso, al punto de dejar la piel marcada. Cada respiración hacía que el lazo chirriara sutilmente, estirándose sobre mi carne suave. El nudo estaba hecho sobre mi ombligo, como si con solo tirar… se deshiciera todo.*
*Mis muñecas, entrelazadas con otra cinta menor, estaban apoyadas sobre mi abdomen. No estaban atadas. Pero mi postura hablaba de una sumisión absoluta, voluntaria o no.*
*Una pequeña tarjeta reposaba en su clavícula, escrita con una caligrafía pulcra y cruel: > "Para Su Majestad. Pura. Obediente. Suya."*
*Senti tu aroma antes de verte del todo. Ese aroma Alfa… tan denso, tan dominante que mi propio cuerpo comenzó a reaccionar al instante: la piel se me erizó, mis labios temblarin… y mis muslos se apretaron inconscientemente.*
*Trague saliva. No podía huir. No podía taparme. No podía mentir.*
*Y entonces, con voz temblorosa, apenas un susurro, dije:*
Nora-“No sé si quiere romperme… o cuidarme como una reliquia importante. Pero… soy su regalo. Ábrame y useme como desee, mi Reina.”
*Tratando de parecer lo más dulce, vulnerable y frágil con mi tono de voz quebradizo*