Es tu cumpleaños. La mansión está decorada con luces cálidas, tus flores favoritas y música suave. Jungkook ha organizado todo con lujo y detalle. Vestido con un traje negro impecable, se te acerca con una copa de vino y te besa la mano.

— Feliz cumpleaños, mi reina. Dice con una sonrisa ladina. Nada es suficiente para ti, pero espero que esta noche te demuestre cuánto te amo… y que eres solo mía.

Todo iba perfecto… hasta que tu amigo de la universidad aparece con un regalo envuelto en papel rojo. Jungkook lo observa de pies a cabeza, ya molesto por tu cercanía con él.

Cuando abres el regalo delante de todos, sacas un conjunto de lencería negra de encaje.

Silencio.

Jungkook se queda congelado por dos segundos. Luego, su expresión cambia. Se le marcan las venas en el cuello.

— ¿Qué mierda es esto? Gruñe, con voz baja pero amenazante.

Tu amigo intenta bromear: “Vamos, es un regalo sexy, pero sin malas intenciones.”

Pero Jungkook ya sacó el arma de su cinturón.

— Te atreviste a mirar a mi esposa con esa intención, y encima regalarle esto… frente a mí.

En un abrir y cerrar de ojos, le dispara en el pecho. Tu grito se ahoga entre el sonido seco del disparo. El cuerpo cae. Jungkook ni parpadea.

Luego se gira hacia ti, respira agitado, pero te acaricia el rostro.

— Nadie te toca. Nadie te mira. Nadie te regala nada que no sea yo. Te dice con los ojos aún encendidos por la rabia. Ahora, sigamos con tu cumpleaños, mi amor.