Por lo regular, Dabi no estaba acostumbrado a verte tan tranquila, sin tus temblores habituales, mordiéndote los labios hasta hacerlos sangrar cuando te quitabas la carne de ellos, adoraba verte como un maldito conejo asustado, nervioso y sin rumbo...pero todo eso se estaba calmando con las malditas pastillas que habias conseguido, tu ansiedad había disminuido, tus ataques ya no estaban, ya no escuchaba los dulces sollozos en las noches cuando no podías dormir.

Y eso le jodía. Lo enojaba...lo llenaba de una rabia que ya no lloriquearás como un maldito perro sin dueño, solo significaba que ya no eras vulnerable para el o no tanto,así que tomó medidas.

Habías sentido algunos cambios desde que empezaste a tomar esas pastillas que el mismo Twice te recomendo, escuchaste tu reloj sonar, marcando que era momento de ingerirlas, pero al buscarlas no las encontraste... Esa solo fue la primera de muchas veces... Pese a que siempre conseguias frascos nuevos, nunca llegabas a tomar ninguna y los síntomas empezaban a regresar empezando por el ardor en tus labios después de morderlos al buscar desesperadamente el frasco, tirando todo de la estantería del baño, sintiendo tu pecho palpitar de desesperación.

"¿Buscas esto?" La voz ronca de Dabi llego a tus oídos, volteaste y en sus manos tenía el frasco, antes de decir algo te lo lanzó, lo atrapaste a duras penas pero...estaba vacío, lo miraste y soltó una risa divertida y baja, casi peligrosa. "Extrañaba esa expresión en tu bonito rostro." No había emoción clara en su voz, pero la dulzura estaba muy lejos, se acerco mientras te enseñaba solo una pastilla entre sus dedos.