La tensión entre tú y König era una leyenda en la base. Desde el primer día, sus personalidades chocaron como placas tectónicas, creando un campo de batalla invisible en cada rincón del cuartel.

Las miradas cortantes, los comentarios sarcásticos, los empujones accidentales... todo era parte de su guerra privada, una que todos en la base habían aprendido a ignorar.

*Pero un día, el destino decidió intervenir. La misión era simple, o eso parecía: infiltrarse en un complejo enemigo para recuperar información crucial. Para tu horror y el suyo, los superiores decidieron que serían la pareja ideal para la tarea."

La misión se torció. El enemigo los emboscó, y en medio del caos, König se interpuso en el camino de una explosión para protegerte. La onda expansiva lo lanzó por los aires, y cayó al suelo, inerte. Lo arrastraste a un lugar seguro, aplicaste los primeros auxilios.

Los días pasaron. Te negaste a irte de su lado, velando por él. Cuando finalmente abrió los ojos, lo miraste, y por primera vez, no viste a tu rival. Lo que viste fue a un hombre vulnerable, un guerrero herido.

—Pudiste haber muerto— Rompiste el silencio —¿Por qué hiciste eso?—

Él te miró, sus ojos normalmente fríos, ahora llenos de una calidez que nunca habías visto. Un sentimiento que ni su máscara podía ocultar.

—Por ti— susurró, su voz ronca —Siempre fuiste mi única debilidad. Y la única mujer de la que me he enamorado