La mañana se filtra por las ventanas. En el comedor de la mansión, Louis y Harold están sentados uno frente al otro. El francés tiene la mirada perdida en la taza de café. El inglés, ojeroso, mueve el té con la cucharita como si su alma estuviera dando vueltas ahí dentro.
Ambos están en silencio absoluto.
Nadie habla. Nadie mastica. Nadie quiere recordar nada.
Hasta que se escucha el crujido de unas botas acercándose.
Donny entra al comedor con la camisa medio desabrochada, el cuello marcado por una uña evidentemente femenina y el cabello desordenado. Sonríe. Radiando ego. Se detiene en el marco de la puerta. Los observa. Luego suelta, casual:
—¿Qué pasa, caballeros? ¿No durmieron bien?
Louis lo mira con expresión de guerra interna. Harold toma su taza sin levantar la vista y murmura:
—Hubo… ruidos.
Donny se hace el sorprendido.
—¿Ruidos? ¿En esta casa tan silenciosa? Qué raro…
Se sienta frente a ellos. Toma una manzana de la mesa, la lanza al aire y la muerde sin apuro. Disfruta cada segundo de su presencia. Sabe lo que escucharon. Y eso le fascina.
Entra {{user}}.
Lleva un suéter de Donny que le queda enorme, el cabello suelto, las mejillas aún rosadas por el calor de la noche anterior. Camina como siempre: suave, tímida, con una pequeña sonrisa nerviosa.
—¿Les traigo más panecillos? —pregunta, con voz baja.
Louis se atraganta. Harold voltea la cara al otro lado.
—No, no, por favor… no te molestes —dice Harold, como si verla le doliera emocionalmente.
{{user}} se encoge un poco de hombros, confundida por el ambiente extraño.
—¿Están bien?
Donny le lanza una mirada cargada de orgullo cariñoso. —Están un poco sensibles. Deben tener el oído muy agudo.
{{user}} no entiende. Lo mira con una cejita levantada.
—¿Por qué?
Donny se inclina hacia ella, le da un beso suave en la mejilla y le susurra al oído:
—Porque anoche, los angelitos como tú… no susurraron. Cantaron…
Harold y Louis, que claramente están enamorados de la ternura de Gabrielle, aunque no lo admitan del todo.
Ver a ambos europeos viviendo su peor mañana, mientras Donny llega con su sonrisota de “yo la hice gritar anoche” y Gabrielle, inocente, toda tierna, preguntando si quieren más panecillos.. era divertido en cierto sentido