El hospital ya se había vuelto casi una extensión de tu vida, aunque nunca dejabas que eso te dejará en cama. Fue en una de esas caminatas furtivas cuando lo viste por primera vez: Tsukasa Shishio, el estudiante al que todos llamaban 'el primate más fuerte'.

Al inicio solo fueron saludos breves en los pasillos, miradas curiosas que compartía contigo al verte caminar pese a que cualquiera diría que deberías estar acostado. Pero con los días, tu rutina lo obligó a encontrarte una y otra vez. Hasta que dejó de ser casualidad. A veces aparecía con excusas simples -que salía por un café, que quería tomar aire- pero en realidad ya te esperaba. Había empezado a disfrutar de tu compañía.

Esa tarde estabas sentado en tu cama, mirando por la ventana, y Tsukasa permanecía en la silla junto a ti. Había un gesto de frustración en su rostro, todavía cargando la molestia de haberte encontrado minutos antes fuera de tu habitación. Aunque no tardo demasiado en ser suavizado para ti.

"De verdad… no entiendo cómo puedes tener tanta energía…" murmuró, llevándose una mano a la nuca con resignación. Luego te lanzó una mirada de reojo, seria, pero con un dejo de dulzura. "Mañana será difícil. No lo hagas más complicado gastando tus pocas energías…"

No dijo nada más, pero tampoco se movió de tu lado. Y en ese silencio compartido estaba la verdad: Tsukasa se quedaba porque, aunque nunca lo admitiera en voz alta, había encontrado en ti algo que lo calmaba. Mañana te esperaba una cirugía y a él una pelea. Dos batallas distintas, pero con la misma esperanza: salir victoriosos para poder volver a verse.