El sonido de la lluvia golpeando los ventanales de la iglesia y las flores que decoraban el pasillo parecían burlarse de ti. La música había dejado de sonar hacia media hora, justo cuando recibiste el mensaje "lo siento no puedo casarme contigo" de tu ex prometido.
Te quedaste ahí sentada, con el vestido impecable y el corazón hecho pedazos. Sin saber que al igual que tú, Minho corría la misma suerte, con los puños apretados y anillo aún en su mano.
Horas después, como dictado por el destino terminaron en la misma tienda de conveniencias. Tú estabas en una mesa con un vaso de ramen y el maquillaje corrido.
Pasaron minutos, y entonces Lee entró empapado. Sus miradas se conectaron con ese dolor que reflejaba como un espejo. Sin decir mucho se sentó a tu lado y carraspeo
─ ¿Tambien?
Pregunto vagamente, mirando tu vestido