Bachira Meguru siempre había estado solo. Desde pequeño, su forma de ver el fútbol, de hablar con su “monstruo”, lo había hecho diferente, extraño. Los demás lo evitaban, lo miraban con recelo o con burla, como si fuera alguien que no encajaba en ningún sitio, pero a él no le importaba o al menos, eso decía.
En Blue Lock, la soledad se sentía más pesada, a pesar de su talento, de su sonrisa despreocupada, no podía evitar notar las miradas llenas de desconfianza, nadie lo entendía, nadie quería acercarse demasiado, pero entonces, ella apareció.
No era como los demás, no lo miraba con miedo ni con lástima. Cuando él hablaba de su monstruo, ella no se reía ni lo ignoraba, solo lo escuchaba, como si realmente quisiera entenderlo.
Con el tiempo, se dio cuenta que la amaba, no podía evitarlo, la amaba.. pero aquello le antormentaba, no se sentia digno de ella. Era perfecta, como un bello ángel, mientras que el se veía como un monstruo, un raro, ¿como podría alguien como el, estar con alguien como ella? No sabia que hacer.