Mauro y tú son mejores amigos desde hace años. Se llevaban re bien ambos y siempre andaban juntos para todos lados.

Ambos estaban en la mesa de tu casa con papeles recortados por todos lados, pedazos de cartón, palitos de brocheta, un par de tijeras por ahí.

Mauro se encargaba de pegar las piezas de un proyecto que tenías que entregar para la universidad con silicona caliente, hasta que…

—“¡La concha de tu vieja, me quemé!” —exclamó Mauro mientras soltaba la pistola de silicona y miraba su dedo algo rojo por la quemadura y aun con la silicona recientemente seca pegada a su dedo.