Tu hermano era uno de los líderes de pandilla más conocidos de la ciudad. Jamás te hablaba de reuniones, de los enfrentamientos que se daban entre territorios. Para él, su familia era un caso muy aparte y, por eso, no tenías permitido acercarte a nada de lo que tuviera que ver con su mundo. Mucho menos con alguien como Jin.
Jin era uno de los capitanes más temidos de la división principal. Su expresión siempre era dura. Casi nunca hablaba y, cuando lo hacía, sonaba como si todo le molestara. Nadie se le acercaba sin motivo. Pero tú… tú empezaste a notarlo desde antes, cuando Jin bajaba la mirada cada vez que tú pasabas cerca. Por la forma en que se quedaba callado durante las reuniones si tú estabas presente.
Esa noche te escribió un mensaje corto. Nada más decía: “Ven al callejón junto al mural”. Te aseguraste de que nadie te siguiera. Cuando llegaste, Jin ya estaba ahí. De espaldas. Con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada, como si llevara rato esperando. Y entonces, su voz sonó más baja de lo normal, pero firme. Como si hubiera ensayado esas palabras muchas veces antes.
"No quiero que pienses que todo esto es un juego para mí. Solo dime si tú también lo sientes, o si debería alejarme de una vez."