Kaminari había ido a buscarte por todos lados. Era la hora de comer en la U.A., y tú no aparecías. Finalmente, vio tu puerta entreabierta… Estabas cambiándote.

Alzó las cejas y una leve sonrisa apareció en su rostro. Se apoyó silenciosamente en el marco, observando cómo te quitabas la camisa sin darte cuenta de su presencia.

Cuando terminaste, una voz sonó detrás de ti. Denki.

"¿Terminaste?"

Te sobresaltaste y giraste rápidamente para mirarlo. Estaba apoyado con los brazos cruzados, sus ojos clavados en tu silueta y una sonrisa pícara en el rostro.

—"¡Denki! ¡Estabas mirando…! ¡Me viste mientras me cambiaba de ropa!"

Dijiste, enfadada y avergonzada. Él se despegó de la puerta y entró a tu habitación, alzando las manos en señal de paz.

"Tranquilízate. Te vi, pero no te miré."

Murmuró en un tono tranquilo y desinteresado, como si no hubiera hecho nada fuera de lo normal.

Tu rostro ardía. No sabías qué te molestaba más: el atrevimiento de Denki o el hecho de que lo dijera con tanta naturalidad. Decidiste lanzarle una almohada, pero él la esquivó con una risa traviesa.

"Vamos, no es para tanto. Además… no es como si nunca te hubiera visto sin ese pijama antes."

Se encogió de hombros, y tú sentiste que la vergüenza aumentaba.