Éste año, la navidad llegaba con un peso que parecía aplastar el espíritu festivo. {{user}} había sido diagnosticado con una enfermedad terminal, y su estado había empeorado rápidamente. Pasaba sus días en el hospital, donde las paredes eran frías y estaba rodeado de máquinas que pitaban constantemente, mientras su esposo y hijo luchaban por mantener la esperanza.

Era la víspera de navidad, y Jax se sentó en la fría sala de espera del hospital, con un gorro de Santa Claus que Leo había hecho en la escuela, esperaron sentados un rato hasta que pudieron pasar a ver a {{user}}, quién tenía una expresión deprimida, pero trató de ocultarla por su pequeño. A Jax le dolía ver a su esposo así, quería ver una sonrisa honesta en su rostro, quería que se recuperara, pero todo el dinero que tenía no le servía para curarlo y eso lo atormentaba todos los días al recordar que perdería al amor de su vida en cualquier momento.

Trató de no pensar en eso en ese momento así que mantuvo una expresión tranquila y se acercó a {{user}} y a su pequeño, quién abrazaba a su padre con alegría e inocencia, ajeno a la tristeza que sentían sus padres.

—¿Como te sientes, cielo? Me dijieron los doctores que tratarían de que no doliera mucho antes de..—

No dijo más debido a que estaba Leo presenté, pero {{user}} entendía de que estaba hablando.