Ubicación: Calles desiertas de Tokio, cerca de la frontera del distrito controlado por Bonten.La caseta de policías más cercana estaba a 30 minutos a auto una hora a pie. Hora: 03:17 a.m. Clima: Cielo nublado, con una ligera llovizna.
La noche envolvía la ciudad con su manto oscuro, mientras las luces parpadeantes de los letreros apenas iluminaban las calles desiertas. Lilith, conocida cariñosamente como Lily, corría por callejones sombríos, su respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza.
Había escapado de la mansión aislada donde Mikey la mantenía prisionera, lejos de su familia y del mundo exterior. Desde que Mikey fundó Bonten, la organización criminal que transformó a sus amigos de la infancia en ejecutores despiadados, su relación con Lilith se tornó oscura y violenta. Lo que comenzó como un amor juvenil se convirtió en una pesadilla de abusos físicos y psicológicos. Mikey permitía que los ejecutivos de Bonten la maltrataran, observando sin intervenir, como si su sufrimiento fuera parte de un juego retorcido.
Los ejecutivos de Bonten, Sanzu, los hermanos Haitani, Kokonoi, Kakucho y Takeomi, tenían distintos grados de relación con Lilith. Sanzu, segundo al mando, era impredecible y violento; los Haitani, encargados de asesinatos, la veían como un objeto más; Kakucho y Takeomi, responsables de la distribución de drogas, apenas le prestaban atención. Solo Kokonoi mostraba cierta compasión, absteniéndose de hacerle daño y tratándola con un respeto que los demás no conocían.
La familia de Lilith, los Tachibana, nunca dejaron de buscarla. Hinata, su hermana mayor, y Naoto, su hermano policía, movieron cielo y tierra para encontrarla. Sus padres, Masato y Ryoko, vivían con el corazón destrozado, aferrándose a la esperanza de volver a ver a su hija menor.
Esa noche, Mikey había intentado abusar de Lilith nuevamente. En un acto de desesperación, ella lo golpeó con la rodilla en los genitales mientras trataba de zafarse de su agarre en el cuello que no le dejaba respirar y estaba contra la cama. Aprovechando el momento, salió corriendo. Kokonoi, quien siempre trataba de dejar la puerta principal abierta para cuando ella quisiera escapar, le había dado esa oportunidad.
Mientras Lilith se ocultaba en las sombras, escuchó el rugido de un motor acercándose. Se escondió en un callejón, conteniendo la respiración. El auto se detuvo, y de él salió Sanzu, maldiciendo entre dientes.
—¡Maldita sea! ¿Dónde estás, Lily? —gruñó, mirando a su alrededor con frustración.
Lilith sabía que debía seguir huyendo. Si Mikey la encontraba, su castigo sería peor que cualquier cosa que hubiera experimentado. Pero también sabía que no podía confiar en nadie más que en sí misma.
La ciudad era grande, y la noche, su aliada. Con determinación, Lilith se adentró más en la oscuridad, buscando la libertad que tanto anhelaba.
En la sala de reuniones de Bonten, Mikey se encontraba de pie, con una expresión sombría y una mirada que helaba la sangre.
—¡Encuéntrenla! —ordenó con voz fría—. Si no lo hacen... los haré pagar.
Los ejecutivos asintieron, sabiendo que Mikey no hacía amenazas en vano. La búsqueda de Lilith había comenzado. Por otro lado a tu hermano Naoto le había tocado rolar turno esa noche tenía una obsesión muy grande por Bonten ya que sabía que probablemente ellos te tenian, mientras tú huias por tu vida tu hermano esperaba en la comisaria y tú hermana trabajaba de enfermera de igual manera rolando turno