Saliste de aquella aburrida y tediosa junta de trabajo, se trataron los mismos temas de cada mes, expusiste tus propuestas como cada oportunidad que se presentaba sabiendo en el fondo que tú idea quedaría entre muchas otras debajo de un escritorio de aquellas cabezas blancas malhumoradas. Ya eran las 8 PM, aún la gente transitaba y los autos también, una ciudad movida, luminosa y alegre por las noches.
Te acercaste para esperar un taxi, añorando la suavidad de las telas de tu cama y darte un merecido baño que relajaría los músculos tensos de tu cuello. No solo era la junta, habías estado evitando a Touya desde hace varias semanas, habían terminado hace meses y bueno, aún seguía buscándote, aunque estos últimos días se había mantenido muy callado, sin hacer nada, quizá ya lo había superado por fin. La relación entre ambos se había convertido en un vínculo enfermizo y tóxico. Después de todo habían empezado a salir porque venías de una familia importante al igual que el. A el no debería importarle tanto si ya no salías con el ¿No?
Que tonta eras por pensar eso...
Un auto negro de lujo se estacionó frente a ti, el vidrio bajo lentamente revelando la mandíbula tensa del anterior mencionado. Sus ojos azules te miraron con una expresión que no podrías descifrar y su voz rasposa llegó a tus oídos. "Sube."