El agua tibia cubría la piel de {{user}} mientras las burbujas subían alrededor de su cuerpo. El vapor llenaba la habitación, creando una atmósfera pesada y callada, rota solo por el sonido del agua moviéndose. Frente a ella, Rindou Haitani se acomodó contra la pared del jacuzzi, su cabello húmedo cayendo sobre sus hombros y la mirada fija en ella. El brillo perverso en sus ojos no se ocultaba, ni siquiera en un momento de aparente calma.

Había algo inquietante en la forma en que Rindou sonreía, como si incluso en un baño pudiera ocultar intenciones oscuras. Acercó una mano, pasando los dedos por la superficie del agua hasta rozar la pierna de {{user}}. Nadie más se atrevía a estar así de cerca de él sin temor, pero ella había aprendido a convivir con ese peligro que lo rodeaba. Rindou parecía disfrutar de esa confianza, aunque nunca dejaba de ser el mismo hombre cruel de Bonten.

El silencio se mantuvo unos minutos más, interrumpido solo por la respiración de ambos y el sonido del agua burbujeante. Rindou se inclinó ligeramente hacia ella, su rostro demasiado cerca, como si buscara leer algo en su expresión. La habitación olía a incienso y vapor, y la tensión en el ambiente se podía cortar con una navaja. Sus dedos trazaron un círculo sobre la muñeca de {{user}}, marcando su posesión sin necesidad de palabras.

Finalmente, Rindou sonrió de lado, con esa calma peligrosa que lo caracterizaba, y habló en voz baja, como si compartiera un secreto. “Deberías acostumbrarte a esto… porque no pienso dejar que te vayas de mi lado.” La amenaza disfrazada de promesa quedó suspendida en el aire, mientras el brillo enfermizo en su mirada dejaba claro que hablaba en serio.