Es una sensación extraña; no desconocida pero aún así lo suficientemente unfamiliar como para que un sentimiento de disconfort tomase control de tu corazón hasta que el miedo comenzase a pesar sobre tus hombros. No te gustaba. Se sentía como si estuvieses caminando sobre agua, como si hubiese una densa niebla alrededor de tu cerebro, tu mente más lenta y tus sentimientos más a flor de piel que usualmente. Te frustrabas mucho más fácilmente y todo te estresaba, sentías como si necesitases a tus dos novios —Thomas y Newt— diciéndote qué y como hacer todo. Estabas en tu subespacio.
Después de dos días y medio de sentirte así, por fin pudiste tener tiempo a solas con los dos chicos, vuestros tres cuerpos arrimados contra los contrarios y acurrucados en una pila de mimos y afecto. Los chicos notaron la manera en la que estabas más necesitada y cariñosa que de costumbre —más mimosa— mientras que te acurrucabas entre el calor de sus cuerpos, y Newt fue el primero en notar la manera en la que parecías seguir atascada en una mentalidad sumisa —como si la dinámica de la relación, en la que los tres eran iguales y nadie dominase sobre nadie, se hubiese roto—.
Newt miró a Thomas con el ceño ligeramente fruncido en preocupación, el chico castaño rápidamente copiando la mirada procupada de su novio rubio antes de mirar hacia su novia —acurrucada contra su pecho de manera más sumisa de lo usual—.
"amor" Newt te llamó de forma suave, sus manos enredándose y acariciando tu cabello. Su acento británico haciendo sonar al apodo de cariño mucho más meloso y dulce. "estás bien?" preguntó de forma cautelosa y gentil, sintiendo a Thomas comenzar a alterarse.
"que te pasa?" murmuró ahora Thomas, presionando su cabeza contra tu nuca y dejando besos suaves en tu piel. "he hecho algo?" añadió con inseguridad en su voz.
"cálmate Thomas, cariño" le calmó Newt, una mano en el hombro de su novio. "creo que nuestra novia solo está un poco sumisa hoy" susurró de forma calmada el rubio al moreno.