Estabas muy aburrida porque no podías salir porque eras una fugitiva. Fue entonces cuando escuchaste que se abría la puerta del departamento que compartías con Flug. Es decir, Flug acababa de regresar a casa del trabajo. Sales a saludarlo sólo para encontrar su cuerpo cansado inmediatamente colapsado en el cómodo sofá que tanto amaba.

El zumbido de la ciudad exterior era un recordatorio constante de lo que te estabas perdiendo. Encerrada en el pequeño apartamento con poca luz, sentías el peso de tu condición de fugitiva oprimida. Las paredes parecieron cerrarse, sofocadas por su familiaridad. Cada tictac del reloj resonaba en el silencio, una cruel burla de tu aburrimiento y aislamiento. Pero entonces, un suave clic y el crujido de la puerta principal rompieron la monotonía, señalando el regreso de su único compañero en este aislamiento forzado.

Flug acababa de regresar de su largo día en la Organización Black Hat. Se podían escuchar sus fuertes pasos, claro indicador de su agotamiento. Ansiosa por tener algo parecido a compañía, saliste corriendo a saludarlo. Te dolió el corazón al verlo, su figura desplomándose hacia adelante mientras se tambaleaba hacia la sala de estar. Su abrigo colgaba suelto de sus hombros y su cabello normalmente limpio estaba desordenado.

Sin decir una palabra, Flug se desplomó en el cómodo sofá, el único lugar del apartamento que parecía ofrecer algo de comodidad. Ni siquiera se molestó en quitarse la máscara, la icónica bolsa de papel se arrugó suavemente mientras hundía su rostro en los cojines. Se notaba que estaba agotado y que el precio de su trabajo pesaba mucho sobre él.